domingo, 26 de julio de 2009

Tears for Fears- Everybody wants to rule the world


Viendo la noticia sobre un hombre ejecutado en el centro de la ciudad de Monterrey, reconocí el sitio: muchas veces he pasado por esa calle y más de una he caminado por esa banqueta por la que esta persona iba cuando lo atacaron. Pocos días después y olvidando esto, me encontré una vez más pasando por ahí a pie, por lo que de pronto estuve ante los orificios de bala en el muro: la exhibición macabra de una ley que es más fuerte que la que podemos construir como ciudadanos.

Esto me sucede aproximadamente a un mes de haber presenciado que unos hombres se llevaran a la fuerza y con pistola en mano a otro. Una tarde en la terraza de un café fue trastocada por esa realidad que siempre menospreciamos pensando que no sucede cerca de nosotros. Esa ocasión, la espantosa realidad estaba tan sólo del otro lado de la calle.

Independientemente de que la corrupción sea un cáncer cuya metástasis parece no poderse detener, me he cuestionado qué es lo que estamos haciendo que colabora a que la enfermedad avance. En otras palabras: ¿por qué pareciera que hay algo que alimenta esta problemática y que anula los esfuerzos que se realizan como solución?

La única respuesta que encuentro es el poder. En mayor o menor medida, todos queremos dominar al mundo; como no podemos hacerlo, llegamos hasta donde nos sea posible imponernos, ya sea teniendo control sobre la pareja o tomando decisiones políticas que traen beneficios propios a costa de dramáticas implicaciones sociales y/o ambientales. No hay poder si no se puede decidir sobre la voluntad de alguien más y, al parecer, el trago de placer deja un mejor regusto si la capacidad de poder se alía con la manera en que las cosas no deben hacerse. Hacerlo, está bien. Hacerlo en contra de las reglas, está mejor.

Nuestro sistema económico nos ha capacitado para desear tener siempre más, pero ha fallado en darnos las herramientas adecuadas o bien, no nos ha dado herramientas a todos. Además, hay quienes han decidido brincarse pasos y piensan que es mejor ganar dinero sucio y fácil que dinero honesto y merecido. Obtener más haciendo menos es también una manifestación –equivocada, infecta- de poder.

Una tarea urgente a realizar es romper con esa tradición de educar con vistas al poder. Es lamentable que en universidades y en empresas, se sobrevalore el concepto de liderazgo y no escuchemos nunca hablar de colaboración o de bien común. Exigimos a niños y jóvenes llegar alto, pero no tenemos una explicación sensata si nos preguntan para qué.

Privar de la vida o de la libertad a una persona es una expresión del poder que tiene el crimen organizado, mientras que afectar al ecosistema, quitar empleos, lucrar a toda costa, hacer mal uso del erario público, son injusticias de esas otras mafias de las que formamos parte y cuya ansia de poder (que es también nuestra propia hambre), es vista con naturalidad y docilidad.

Tengamos la humildad de dominarnos a nosotros mismos, poniendo un límite a nuestra ambición si es que ésta va en contra de la idea de un bienestar social. Démonos cuenta que no hay mejor manera de tener poder sobre el mundo que haciéndole un bien.

4 comentarios:

El Gavilan dijo...

No nos castigues y nos dejes mucho tiempo en sequía de letras, es un placer leerte. ¡saludos! :)

Espiritu dijo...

Bien dicho: El poder es una moda. Propongo poner de moda el no seguir ciegamente las modas absurdas que nos imponen :D Asi alomejor disminuye el clasismo, sexismo, racismo, feismo... Aunque conociendo las capacidades humanas ya inventaremos nuevos "ismos"

Hola, aqui conociendo tu super blog. ¡Mucho gusto!

Saludos.

Anónimo dijo...

acabo de encontrar este blog :)

Tere Gutiérrez dijo...

Encontré interesante leerte, por primera vez. Saludos.