martes, 22 de diciembre de 2009

Band Aid- Do they know it’s Christmas?


Cuatro personas descuartizadas fueron encontradas en bolsas negras frente a una escuela secundaria, informaron autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil estatal. El hallazgo impactó a alumnos y maestros de la secundaria Raymundo Abarca Alarcón que en esos momentos ingresaban al centro educativo.

Desde las 15:00 horas, los habitantes notaron la presencia de dos personas que rondaban las inmediaciones de la escuela. Los habitantes golpearon al supuesto elemento ministerial y a quien lo acompañaba, y amenazaron con quemarlos vivos.

Su hija de 12 años, fue gravemente herida con un balazo en la cabeza y hasta los primeros minutos de hoy luchaba por su vida en el Hospital de Zona.

"Barbie, tienes todo mi apoyo, ya que cuento con gente suficiente al mando para empezar una guerra, y que quede claro que la mafia nunca se va acabar, arriba Sinaloa. Atentamente, El Flaco 'Chiquis'", señala la manta.

Elementos de la policía capturaron a uno de los presuntos ladrones luego de que se llevó de rehén a una mujer de 60 años.

Los pistoleros abrieron fuego con rifles AK-47 contra los ocupantes del autobús, hiriendo a cinco personas y matando a un adolescente de 16 años.

Aproximadamente a las 7:00 horas se reportó la localización de siete cuerpos de hombres que fueron baleados con rifles de asalto y sus cuerpos arrojados a un lado de la carretera.

"Algunos de los pasajeros eran niños que corrieron hacia el bosque para salvar sus vidas sin que hasta el momento se haya logrado ubicar a los agresores", admitió un vocero de la Procuraduría de Justicia de la entidad.

Para los pasajeros que decidan comprar el boleto con el operador, el costo del pasaje se incrementará hasta los 10 pesos, un 33 por ciento más de lo que se paga actualmente por el servicio ordinario.

Luis Adrián Hernández Ordóñez, de 18 años, regresaba de haber comprado una hamburguesa en compañía de su hermano de 14, cuando fue interceptado por los presuntos homicidas.

De acuerdo al Presupuesto de Egresos de la Federación, este año se tiene definido pagar 36 por ciento más que en el 2008 por concepto de "gratificación de fin de año o aguinaldo" en todas las dependencias del Gobierno federal. Como aguinaldo, los trabajadores al servicio del Estado reciben 40 días de salario. En algunas ciudades del país, los precios al consumidor de la tortilla aumentaron hasta 20 por ciento.

Vecinos y amigos lloraron por la tragedia.

Coincidieron en que era un joven tranquilo que no tenía problemas con nadie, y lo recordaron como una persona ejemplar porque casi a diario llevaba a pasear a la plaza a su hermano Osvaldo Daniel, quien hoy cumple 4 años.

Los cuerpos se encontraban a corta distancia de las cabezas que fueron dejadas en bolsas de plástico.

El crimen fue perpetrado por integrantes de un comando que buscaba cobrar una deuda de drogas en carne de los niños menores, quemando el granero que habitaban como vivienda. Dos niños murieron y otra más resultó con heridas graves.

"Aquí andamos bien, no tenemos problemas con nadie, no sé quiénes puedan ser, pero se la bañaron con mi mamá, ella nada más defendió a mi hermano", refirió un hijo de la mujer que se armó de valor para enfrentar al grupo armado que entró a su casa pero fue atacada a golpes.

Con su muerte, la mujer terminó una vida de 12 años de agresiones por parte de su esposo, con quien procreó dos hijos: Carlos, de 10 años, y una jovencita de 14 que resultó con una herida en la cabeza luego de que presuntamente fue atacada por un taxista que intentó abusar de ella cuando ésta regresaba de una fiesta.

Ella reconoció que le dio varios coscorrones a la bebé porque no dejaba de llorar y aparentemente esos golpes son los que le provocaron contusión profunda de cráneo.

"¡Mátala, mátala!", fue la orden que le dio un secuestrador a otro, según la declaración de la mujer, pero ella alcanzó a abrir una de las puertas y se lanzó a la calle.

Según los vigilantes nadie se percató de lo ocurrido, por lo que se desconoce cómo sucedieron los hechos.


(Texto compuesto por extractos de noticias publicadas en elnorte.com durante el periodo del primero y el 22 de diciembre del 2009, sobre sucesos en diversos estados de México).

martes, 24 de noviembre de 2009

La Castañeda- Del barrio


Leo el texto que un joven de nombre Claudio Omar Rodríguez ha escrito sobre el Barrio Antiguo, la zona en Monterrey donde se concentra la diversión nocturna principalmente para jóvenes, y no puedo dejar de estar de acuerdo en su punto principal: el barrio tiene mucho de desagradable.

Su opinión viene a partir de un incidente, afortunadamente no tan grave: un robo a una chica: le robaron su pizza recién adquirida. Suena como un detalle pequeño, casi irrelevante para comentarlo, pero no lo es. Me parece muy bien que Claudio Omar exprese su indignación ante esto.


Es muy cierto: el Barrio Antiguo de Monterrey no es lo que era hace 8 años, ni hace 18. Refiero los años 2001 y 1991 porque en ellos visité con frecuencia sus calles empedradas, con compañía y motivos muy diferentes. En resumen, como dice la canción de La Castañeda, muchísimas veces estuve sumergido en el barrio, entre sueños y rocanrol. Cierto cariño le tengo al barrio, pero también, hoy lo evito y prefiero otras opciones antes de acercarme a él.


Comento primero sobre el cariño, y aquí no puedo ser objetivo. Comencé a visitar los bares de la ciudad a mis dieciséis años, cuando las leyes no eran tan estrictas en esa materia y no existía la credencial del IFE que comprobara que uno era mayor de edad. Una cartilla militar falsificada bastaba, aunque no recuerdo haber utilizado la mía. Mi truco (que curiosamente casi siempre dio resultado), era mostrar mi credencial de estudiante de una preparatoria privada, que no mencionaba fecha de nacimiento ni edad, pero que podría hacerme pasar como “jovencito de familia”, con dinero para gastar. Después de algunas iniciales visitas al Kokoloco, mis amigos y yo fuimos por primera vez al Barrio Antiguo movidos por el rumor que inauguraban ahí un nuevo bar “de onda”. Nos habíamos adelantado: El Café Iguana apenas abriría la semana siguiente. Pero una vez que lo pisamos, nos adueñamos de él. Había otros lugares, como la Fonda San Miguel y El Mesón del Gallo, pero evidentemente, El Café era más lo nuestro. Con meseros de smoking y ambiente más parecido a un restaurante italiano, tenía algo arty, algo de misterio y era a lo que teníamos acceso para sentirnos parte de la noche regiomontana. Lágrimas, vómito, besos: esa Iguana nos conoció muy bien. Luego abriría el Skizzo en la calle Matamoros y también era común pasar ahí temprano, cuando no era totalmente electrónico y al principio de la noche era posible escuchar a Dead Can Dance y más tarde, música más movida que nos empujaba hacia la minúscula pista. El Rumbos de Luna también fue un lugar especial que recuerdo con agrado, donde igual que en los otros dos, confluían amistades o conocidos a quienes ahora no sabría dónde buscar. En estos espacios, que empezamos a llamar “antros”, era donde uno se topaba a la gente a la que supuestamente había que conocer, así como en el A-0, ubicado en Revolución, en El Club, en la misma avenida, o bien, en el mismo Kokoloco.


El Barrio Antiguo fue ganando popularidad y lo que para nosotros era como un secreto y un atrevimiento ante los ojos de jóvenes bien portados de nuestras prepas (que si iban al centro de noche era para ir a la disco del Casino Monterrey) terminó siendo algo rutinario, casi obligatorio, con más opciones para todo tipo de mercado. En algún momento y no tengo el dato preciso pero debió haber sido en 1993 ó 1994, se decide cerrar algunas de sus calles los fines de semana y facilitar el paseo.


Claudio Omar hace referencia a drogadictos, cerveza barata y géneros musicales poco adecuados para una clientela “selecta”, como los causantes de la decadencia del Barrio Antiguo.Se equivoca. Me parece que los mexicanos vivimos en continuo conflicto con quienes (aparentemente) no son de nuestra misma clase social. El chico en su texto señala que habría que depurar de “nacos” el lugar (la palabrita la utilizan personas que Claudio Omar cita, no él mismo). Se da el caso contrario también: hay quienes quisieran que el Barrio no tuviera su cara “fresa”. Trataré de especificar cuáles considero las razones por las cuales pienso que el Barrio Antiguo no es el sitio que quisiéramos.


Se ha abusado en permitir tantos establecimientos, sin una oferta diferenciada. Difícilmente se puede distinguir el concepto de tantos lugares, lo que huele a negocios con prisa y no a entretenimiento real (mucho menos a algo cultural, como sería ideal para la zona). Esto, además de afectar a los vecinos con más ruido, más autos y más razones para quejarse, hace que haya una gran cantidad de gente que asiste al Barrio Antiguo en busca de una experiencia de noche que podría tener en cualquier otro bar ubicado en cualquier otro lugar. Para tan pocas calles, sería mejor que existieran sólo sitios que aporten de alguna manera a una diversidad interesante: ya sea por el tipo de comida, de música o por los eventos ahí presentados. Para bares cualquiera, hay mucho lugar fuera del Barrio.


No tiene nada que ver con clases sociales: gente maleducada hay en todos lados, rica y pobre. La culpa no la tienen el alcohol ni las drogas: sus efectos no nos llevan a robar o a pelear. Al albergar demasiados establecimientos y muchos sin una verdadera ventaja diferencial (algo que justifique su ubicación en el Barrio), se ha tenido una gran cantidad de visitantes cada semana, y una multitud siempre será atractiva para gente indeseable. ¿A quién me refiero? Al que le robó la pizza a la chica. Al tipo que alguna vez caminó sobre mi auto (a juzgar por sus huellas, el gracioso fue caminando sobre los autos estacionados en Diego de Montemayor y no por la banqueta o por la calle). Al subnormal que una vez vi ya dentro de una granadera, intentando bailar a pesar de estar esposado, después de haber dejado en el suelo a una señora que no respondía, con un familiar tratando de reanimarla (supongo que la golpeó, no quise saber más). Me refiero también a quienes se han impuesto a vender droga en el baño de los antros, amenazando a los dueños. A las autoridades que lo han permitido. A los “cuida-coches” que te obligan a darles dinero o a arriesgarte a sufrir las consecuencias. A los policías que exigen cuota a estos “cuida-coches” y los defienden cuando ponchan las llantas de quienes no quieren pagar por estacionar su auto en la vía pública. Y a todas esas personas que no van a disfrutar, sino que de alguna manera intervienen negativamente en el ocio de otros.

Vamos, que hay mucha diferencia de dignidad entre un vago y un vándalo.

No creo que la solución esté en una mayor vigilancia, pero al mismo tiempo, si me asaltaran en el barrio, no sabría dónde encontrar un policía a proximidad. Por el contrario, sé exactamente dónde encontrar alguien que me venda cocaína en el Barrio. Todos lo sabemos. ¿Excepto las autoridades?


Estoy de acuerdo: mientras más grande una ciudad, generará más basura, habrá más crimen, habrá más giros negros, y a todos en algún momento nos gusta la idea de asomarnos a lo sombrío; lo sórdido tiene su encanto. No es que deseé una ciudad limpia de estos detalles inevitables, sino que cada cosa tiene su lugar y lo que podría ser una excelente opción de entretenimiento (cualquier día, a cualquier hora) dentro de una zona céntrica y cultural, se ha convertido en abuso, en aglomeración sin sentido; lamentablemente, en una oportunidad de extraer dinero y no una de hacer ciudad.


Claudio Omar habla de “selectividad” en cuanto a la gente, que los visitantes al Barrio pertenezcan a un grupo selecto o algo así. Yo opino que si se ha permitido abrir ahí todo tipo de establecimientos, ahora nos toca ser selectivos y decir nosotros qué tomar del Barrio. No es la gente que va, sino saber a qué vamos. Y tal como el chico sugiere, andar con cautela, no vaya a ser que nos roben la pizza (o la cartera o el auto, por no hablar de cosas peores).

El Barrio Antiguo cuenta con muchos elementos de valor, pero nos ha faltado cuidado (al gobierno, a los empresarios y a nosotros los visitantes) para lograr que sea más que un montón de antros. Da para mucho: más vida de día y no sólo actividad nocturna, más turistas, más diversidad, más eventos, más arte, sin que esto signifique necesariamente más visitantes o más establecimientos. O más negocio. O más corrupción.


El texto de Claudio Omar puede leerse aquí.



domingo, 26 de julio de 2009

Tears for Fears- Everybody wants to rule the world


Viendo la noticia sobre un hombre ejecutado en el centro de la ciudad de Monterrey, reconocí el sitio: muchas veces he pasado por esa calle y más de una he caminado por esa banqueta por la que esta persona iba cuando lo atacaron. Pocos días después y olvidando esto, me encontré una vez más pasando por ahí a pie, por lo que de pronto estuve ante los orificios de bala en el muro: la exhibición macabra de una ley que es más fuerte que la que podemos construir como ciudadanos.

Esto me sucede aproximadamente a un mes de haber presenciado que unos hombres se llevaran a la fuerza y con pistola en mano a otro. Una tarde en la terraza de un café fue trastocada por esa realidad que siempre menospreciamos pensando que no sucede cerca de nosotros. Esa ocasión, la espantosa realidad estaba tan sólo del otro lado de la calle.

Independientemente de que la corrupción sea un cáncer cuya metástasis parece no poderse detener, me he cuestionado qué es lo que estamos haciendo que colabora a que la enfermedad avance. En otras palabras: ¿por qué pareciera que hay algo que alimenta esta problemática y que anula los esfuerzos que se realizan como solución?

La única respuesta que encuentro es el poder. En mayor o menor medida, todos queremos dominar al mundo; como no podemos hacerlo, llegamos hasta donde nos sea posible imponernos, ya sea teniendo control sobre la pareja o tomando decisiones políticas que traen beneficios propios a costa de dramáticas implicaciones sociales y/o ambientales. No hay poder si no se puede decidir sobre la voluntad de alguien más y, al parecer, el trago de placer deja un mejor regusto si la capacidad de poder se alía con la manera en que las cosas no deben hacerse. Hacerlo, está bien. Hacerlo en contra de las reglas, está mejor.

Nuestro sistema económico nos ha capacitado para desear tener siempre más, pero ha fallado en darnos las herramientas adecuadas o bien, no nos ha dado herramientas a todos. Además, hay quienes han decidido brincarse pasos y piensan que es mejor ganar dinero sucio y fácil que dinero honesto y merecido. Obtener más haciendo menos es también una manifestación –equivocada, infecta- de poder.

Una tarea urgente a realizar es romper con esa tradición de educar con vistas al poder. Es lamentable que en universidades y en empresas, se sobrevalore el concepto de liderazgo y no escuchemos nunca hablar de colaboración o de bien común. Exigimos a niños y jóvenes llegar alto, pero no tenemos una explicación sensata si nos preguntan para qué.

Privar de la vida o de la libertad a una persona es una expresión del poder que tiene el crimen organizado, mientras que afectar al ecosistema, quitar empleos, lucrar a toda costa, hacer mal uso del erario público, son injusticias de esas otras mafias de las que formamos parte y cuya ansia de poder (que es también nuestra propia hambre), es vista con naturalidad y docilidad.

Tengamos la humildad de dominarnos a nosotros mismos, poniendo un límite a nuestra ambición si es que ésta va en contra de la idea de un bienestar social. Démonos cuenta que no hay mejor manera de tener poder sobre el mundo que haciéndole un bien.

viernes, 22 de mayo de 2009

Fugazi- Promises


El presidente de México en el sexenio 82-88, Miguel de la Madrid, aventó una piedra y escondió la mano. Acusó, de todo lo que no debe ser ni hacer un político, a su sucesor Carlos Salinas de Gortari, y se desdijo, pero de poco sirvió: sus declaraciones fueron lo más próximo a certificar oficialmente cómo se maneja nuestro país “desde arriba”. Que lo haga durante las campañas electorales para gobernadores, alcaldes y diputados, proporciona más relevancia al hecho. Probablemente, estamos en tiempos en donde a las palabras ya no se las lleva el viento.

...como si nuestros sentimientos fueran armas que pudieran matar, y las palabras, balas, dice el personaje principal de la novela que actualmente leo: Intimacy, de Hanif Kureishi. Sobre el tema, Ian MacKaye es más crudo: stupid fucking words, canta el respetado cantante de Fugazi en “Promises” -una canción incluida en su segundo EP, llamado Margin Walker- y stupid fucking words es lo que –queda confirmado- Salinas nos dijo y de lo que adoleceremos hasta el mes de julio que se lleven a cabo las elecciones.

Volátil es el peso de las palabras: pueden tener el mayor valor posible, y pueden no valer nada. Los políticos en contienda intentan envolvernos en retórica, pero por sus promesas juzgaremos su desempeño una vez que estén al frente. Lo que ahora nos sobra y poco nos importa, será de utilidad en el futuro. Y es que en el caso de Nuevo León, se ha abusado de una palabra: seguridad. Claro, la mayor necesidad de los ciudadanos es la principal promesa de los candidatos, quienes han equivocado la ejecución de sus mensajes: algo deberían de aprender del ex-presidente de la Madrid, y eso es la palabra corrupción. En vez de “blindar” territorios, deberíamos de escuchar sobre voltear hacia dentro y acabar con los contactos en los gobiernos que posibilitan las acciones criminales que más nos aquejan, las organizadas, como el narcotráfico y el secuestro.

Promises are shit, sigue cantando MacKaye la leyenda punk, el ex-Minor Threat, el eterno calvo promotor desde la capital del “hágalo usted mismo” estadounidense. Lo que hoy nos prometen apesta a eso mismo. La seguridad que se nos está vendiendo, no lo es tal; es vigilancia, y una sociedad vigilada no necesariamente es una mejor sociedad. Mínimo, siquiera por ganar la simpatía de la población, los anuncios panorámicos de los candidatos deberían de incluir 3 conceptos clave: educación, empleos y la palabrita aprendida en la lección de Don Miguel de la Madrid, para llegar a creer en una vida lograda segura, en vez de tener en cada esquina el rostro de estos hombres y mujeres. Señores, señoras: no votamos por la cara más vista.

"...cometió errores muy serios, muy serios. El peor, la corrupción..." dijo un ex-presidente de otro. Candidatos, tomen sus libretas y apunten y pronuncien al mismo tiempo: co-rrup-ción.


miércoles, 29 de abril de 2009

Mastretta- Tengo miedo


Los niños sienten miedo por casi las mismas cosas: oscuridad, truenos, monstruos escondidos en los armarios o los regaños de los padres. Al crecer, se van perdiendo algunos temores y adoptando otros más individuales, acordes a nuestra historia personal. Sin duda, uno de los miedos más compartidos entre los adultos es el de viajar en avión: puede ser que al despegar, al aterrizar, con turbulencias o durante todo el trayecto, nuestra consciencia adulta nos hable –ya sea en voz baja o a gritos- de peligro.

Todo indica que el músico español Nacho Mastretta no tiene ningún problema con eso de volar. Primeramente, no lo menciona en “Tengo miedo”, canción incluida en Luna de Miel, un álbum interpretado por cantantes femeninas como Ana Belén, Julieta Venegas o Irantzu Valencia, de La Buena Vida, y que es muestra de que a lo que Mastretta menos miedo le tiene es a los instrumentos musicales: clarinetes, saxos, armónica, acordión, banjo, moog, órgano, piano, marimba, percusión, bajo, guitarra y sampler le son acreditados al barcelonés. Tengo miedo/mucho miedo/miedo al conductor/... miedo al diseñador/miedo del rock n’ roll/...miedo a los deportistas/del televisor... Alaska continúa enlistando miedos sin que ningún avión asome siquiera un ala.

Y si quedaba alguna duda, en el aeropuerto J.F. Kennedy de Nueva York, Mastretta dejó en claro su autocontrol cuando se trata de lo aéreo. Habiendo visitado esta ciudad en el año 2002 para presentarse en la Latin Alternative Music Conference (donde también lo hizo Alaska, junto a su grupo Fangoria), el 747 de Iberia que lo llevaría a Madrid tuvo que regresar a la pista 10 minutos después de su despegue: uno de los motores estaba en llamas. Una vez en tierra, el temor a una explosión hizo que 369 pasajeros alterados se abalanzaran hacia el frente del avión, debido a que la salida de emergencia en la parte trasera se atascó. Ya a salvo en el aeropuerto, la gente permaneció asustada, rezando o llorando. Y fue entonces que Mastretta, tranquilamente, como si estuviera exento de conmociones, como si no acabara de bajarse de una nave a punto de estallar, sacó su clarinete y comenzó a tocar canciones de cuna y temas populares. Lo hizo, afirmó, principalmente por los niños.

Y aquellos adultos sensatos, con miedos más reales que los de los niños, con pies en la tierra, que entienden que la música es un regalo, se le acercaron para decir gracias.

martes, 28 de abril de 2009

Harry Cutter y su extraña genialidad por primera vez en México

El recital del controvertido saxofonista inglés despierta opiniones encontradas.

Teniendo como arma un saxofón y su agudo temperamento, Harry Cutter ofreció un concierto de apenas media hora que dejó satisfechos a pocos, molestos a muchos y hasta lastimados a otros.

El evento comenzó de acuerdo a lo señalado, a las 10:00 p.m., cuando el público apenas ocupaba la mitad del recinto (que en este caso fue una bodega clandestina en la colonia Revolución Popular). El saxofón plateado de Cutter soltó, en un principio, una sola nota que se alargó hasta causar el característico estruendo de este pionero del free jazz y, de hecho, en esto consistió gran parte del recital. Sus más fieles seguidores señalan que con lo que escucharon fue más que suficiente, mientras que otros asistentes, quienes no conocían muy de cerca a este artista, reclamaron la corta duración del evento.

Charlatán, fanfarrón, prepotente: los adjetivos sobraron e hicieron que Cutter regresara para intimidar a su audiencia: “¡Son unos ignorantes!”, gritó con un marcado acento de los barrios bajos londinenses. “No saben nada, no saben nada...”. El saxofonista de 74 años, tomó su instrumento y con él golpeó a dos asistentes, dándole al concierto un final sorprendente pero muy acorde a su personalidad.