miércoles, 29 de abril de 2009

Mastretta- Tengo miedo


Los niños sienten miedo por casi las mismas cosas: oscuridad, truenos, monstruos escondidos en los armarios o los regaños de los padres. Al crecer, se van perdiendo algunos temores y adoptando otros más individuales, acordes a nuestra historia personal. Sin duda, uno de los miedos más compartidos entre los adultos es el de viajar en avión: puede ser que al despegar, al aterrizar, con turbulencias o durante todo el trayecto, nuestra consciencia adulta nos hable –ya sea en voz baja o a gritos- de peligro.

Todo indica que el músico español Nacho Mastretta no tiene ningún problema con eso de volar. Primeramente, no lo menciona en “Tengo miedo”, canción incluida en Luna de Miel, un álbum interpretado por cantantes femeninas como Ana Belén, Julieta Venegas o Irantzu Valencia, de La Buena Vida, y que es muestra de que a lo que Mastretta menos miedo le tiene es a los instrumentos musicales: clarinetes, saxos, armónica, acordión, banjo, moog, órgano, piano, marimba, percusión, bajo, guitarra y sampler le son acreditados al barcelonés. Tengo miedo/mucho miedo/miedo al conductor/... miedo al diseñador/miedo del rock n’ roll/...miedo a los deportistas/del televisor... Alaska continúa enlistando miedos sin que ningún avión asome siquiera un ala.

Y si quedaba alguna duda, en el aeropuerto J.F. Kennedy de Nueva York, Mastretta dejó en claro su autocontrol cuando se trata de lo aéreo. Habiendo visitado esta ciudad en el año 2002 para presentarse en la Latin Alternative Music Conference (donde también lo hizo Alaska, junto a su grupo Fangoria), el 747 de Iberia que lo llevaría a Madrid tuvo que regresar a la pista 10 minutos después de su despegue: uno de los motores estaba en llamas. Una vez en tierra, el temor a una explosión hizo que 369 pasajeros alterados se abalanzaran hacia el frente del avión, debido a que la salida de emergencia en la parte trasera se atascó. Ya a salvo en el aeropuerto, la gente permaneció asustada, rezando o llorando. Y fue entonces que Mastretta, tranquilamente, como si estuviera exento de conmociones, como si no acabara de bajarse de una nave a punto de estallar, sacó su clarinete y comenzó a tocar canciones de cuna y temas populares. Lo hizo, afirmó, principalmente por los niños.

Y aquellos adultos sensatos, con miedos más reales que los de los niños, con pies en la tierra, que entienden que la música es un regalo, se le acercaron para decir gracias.

martes, 28 de abril de 2009

Harry Cutter y su extraña genialidad por primera vez en México

El recital del controvertido saxofonista inglés despierta opiniones encontradas.

Teniendo como arma un saxofón y su agudo temperamento, Harry Cutter ofreció un concierto de apenas media hora que dejó satisfechos a pocos, molestos a muchos y hasta lastimados a otros.

El evento comenzó de acuerdo a lo señalado, a las 10:00 p.m., cuando el público apenas ocupaba la mitad del recinto (que en este caso fue una bodega clandestina en la colonia Revolución Popular). El saxofón plateado de Cutter soltó, en un principio, una sola nota que se alargó hasta causar el característico estruendo de este pionero del free jazz y, de hecho, en esto consistió gran parte del recital. Sus más fieles seguidores señalan que con lo que escucharon fue más que suficiente, mientras que otros asistentes, quienes no conocían muy de cerca a este artista, reclamaron la corta duración del evento.

Charlatán, fanfarrón, prepotente: los adjetivos sobraron e hicieron que Cutter regresara para intimidar a su audiencia: “¡Son unos ignorantes!”, gritó con un marcado acento de los barrios bajos londinenses. “No saben nada, no saben nada...”. El saxofonista de 74 años, tomó su instrumento y con él golpeó a dos asistentes, dándole al concierto un final sorprendente pero muy acorde a su personalidad.